Ser padres en Internet

Ayer tuve una conversación con una persona con información de primera mano acerca de los estragos que Internet está provocando en algunos adolescentes y en sus respectivas familias. Su tesis, en mi opinión algo radical, es que un niño o un adolescente no debería tener acceso no supervisado a Internet hasta que no alcance la madurez. Me ha hecho poner en duda algunos de mis principios, que suponía firmes, sobre el libre acceso a la información. Lo que expongo a continuación es el resultado de dicha reflexión.

Quede claro que estoy en contra del control de la información. Una persona madura debería ser capaz de discernir la veracidad de ésta, así como de desvelar las intenciones del emisor. Es por eso que no creo en una censura administrada por una institución superior, sino que creo que el propio individuo adulto debe actuar como su propio censor. Sin embargo, un niño es ingenuo por naturaleza, necesita una supervisión de los estímulos que recibe y es un deber de los padres conocer e incluso censurar éstos si no los considera apropiados hasta que alcance una personalidad madura. Esto no significa que los hijos deban comulgar con las opiniones de los padres, de hecho creo que el pensamiento crítico, incluso la rebeldía, es uno de los primeros síntomas de que se está alcanzando la madurez intelectual.

Usa el sentido común, Internet no es tan distinto del resto del mundo. Como en él, existen estímulos apropiados para los niños y otros que no lo son. Un niño en la soledad de su cuarto está expuesto a todos ellos. Si en el mundo físico no permites que tus hijos hablen con desconocidos, no se lo permitas en la red. Si no tienes reparos en mirar sus objetos personales, no los tengas en mirar su historial de navegación. Si tienen hora límite de llegada, tampoco les permitas que estén hasta las tantas charlando a través del MSN. Si al llegar a casa les preguntas que donde han estado, pregúntales que páginas han visitado. Si te preocupa quien entra en tu casa, preocúpate de quien entra a través de sus ordenadores. Claro que te pueden engañar, al igual que lo hacen cuando salen con sus amigos. Simplemente debes estar igual de alerta en ambos casos y no bajar la guardia. Tal vez ese sea el auténtico problema. El niño con Internet no requiere atención, no molesta, permite a los padres relajarse mientras ven la tele en el salón. Debería ser lo contrario, los padres deberían tomar las mismas precauciones cuando su hijo se encierra en su cuarto con el ordenador que cuando sale fuera de casa.

Ten en cuenta que Internet es una puerta más al mundo. Una puerta que da acceso a una cantidad de información prácticamente ilimitada, pero como todas las puertas, permite el flujo en ambas direcciones. En nuestras casas ponemos cerrojos en las puertas para evitar que alguien nos pueda provocar algún perjuicio, ya sea una pérdida material o un daño físico. Tal vez en Internet no se puede hacer un daño físico inmediato, pero desde luego que se puede hacer otro tipo de daño a los más jóvenes

Por Diego Lafuente
Guardado en: Internet | Sin comentarios » | 1 de Julio de 2006

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